La esperanza es una fuerza poderosa.
A veces, es lo que nos mantiene en pie, lo que nos empuja a seguir adelante cuando todo parece perdido.
Pero cuando se trata de relaciones, la esperanza también puede ser un arma de doble filo.
Esa misma esperanza que nos da fuerza puede convertirse en una trampa que nos mantiene atrapados en situaciones que no nos hacen felices.
Y es importante que, como personas conscientes de nuestro propio valor, sepamos cuándo esa esperanza se ha vuelto tóxica.
¿Cuántas veces te has dicho a ti mismo/a que las cosas van a cambiar?
Que esa persona que tanto amas finalmente verá lo que vales, que sus comportamientos mejorarán y que algún día todo será diferente.
Y ahí es donde sigues esperando, año tras año, con noches sin dormir, lágrimas que te caen en soledad y una tristeza que te va consumiendo.
Esa esperanza, que en algún momento parecía una luz al final del túnel, se ha convertido en la razón por la que sigues atrapado/a en una relación que no te hace feliz.
Lo que quiero que sepas es que no puedes basar toda tu vida en la esperanza de que alguien más cambie.
El amor no debería ser una lucha constante por la promesa de un mañana mejor.
Porque,
¿Qué pasa si ese cambio nunca llega? ¿Cuántos años más de infelicidad estás dispuesto/a a soportar por esa posibilidad?
El tiempo es lo más valioso que tenemos, y no puedes permitirte desperdiciarlo viviendo en una continua infelicidad solo por una ilusión.
En Union Love, nos encontramos con personas que se han quedado en relaciones durante demasiado tiempo, atrapadas en esa esperanza.
Lo entiendo, es difícil soltar. Pero quiero que te detengas y pienses en si esa persona no ha cambiado hasta ahora, ¿qué te hace pensar que lo hará en el futuro? ¿Cuántas decepciones más necesitas antes de darte cuenta de que esa esperanza puede estar impidiéndote vivir la vida plena que mereces?
Mi consejo es muy claro, establece límites.
Y no solo límites en la relación, sino también límites con tu esperanza.
Define un plazo, un marco de tiempo razonable en el que te permitas esperar un cambio.
Puede ser seis meses, puede ser un año.
Pero, durante ese tiempo, observa realmente si hay cambio.
Y si no lo hay, es momento de irte.
También puedes establecer un límite en las decepciones.
Si después de diez decepciones o de tantas veces como consideres, esa persona sigue sin cambiar, te mereces algo mejor.
Es importante recordar que el amor no debería hacerte sentir atrapado/a ni infeliz.
El amor verdadero te eleva, te inspira a ser mejor, y no te deja cuestionándote constantemente si las cosas algún día mejorarán.
Por eso, aunque entiendo que es duro soltar esa esperanza, tienes que darte cuenta de que aferrarte a ella puede estar saboteando tu propia felicidad.
Y déjame decirte algo más, si decides irte, no significa que te rindes.
Al contrario, significa que estás eligiendo tu bienestar, que estás apostando por ti.
Si en algún momento esa persona cambia y demuestra un compromiso real, entonces ya valorarás si es posible retomar la relación.
Pero, mientras tanto, no te condenes a una vida de tristeza solo por una esperanza que tal vez nunca se cumpla.
Así que, por favor, ponte límites.
No vivas tu vida esperando a que las cosas mejoren mientras te sigues desgastando emocionalmente.
Recuerda que la vida es corta y mereces vivirla de manera plena y feliz.
Si esa persona no cambia, entonces te me largas de ahí.
Te mereces algo mejor, y es hora de ir a buscarlo.